La fumata blanca que emerge de la chimenea de la Capilla Sixtina marca el momento culminante del cónclave papal, señalando al mundo que la Iglesia católica tiene un nuevo líder. Sin embargo, el tiempo que transcurre desde esta señal hasta la aparición del sumo pontífice sigue un meticuloso protocolo que generalmente dura entre 50 y 80 minuto.

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El proceso se inicia inmediatamente después de que un cardenal obtiene los dos tercios de votos necesarios. El decano del Colegio Cardenalicio le formula entonces la pregunta decisiva en latín: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?». Con su aceptación, el elegido se convierte automáticamente en Papa, aun antes de su presentación pública, debiendo también seleccionar el nombre con el que será conocido durante su pontificado.

Tras este momento histórico, el nuevo Papa es conducido al denominado «Cuarto de las Lágrimas», un espacio privado junto a la Capilla Sixtina donde selecciona y viste la tradicional sotana blanca papal, disponible en diferentes tallas. El nombre de esta sala refleja la carga emocional que muchos Papas han experimentado en este íntimo momento de transición.

Mientras el Pontífice se prepara, el cardenal protodiácono se dirige al balcón central de la Basílica de San Pedro para realizar el anuncio oficial. Pronuncia entonces la histórica fórmula: «¡Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!» (¡Os anuncio una gran alegría: Tenemos Papa!), tras lo cual presenta el nombre elegido por el nuevo líder de la Iglesia.

Los registros recientes muestran patrones consistentes en este intervalo: Benedicto XVI tardó aproximadamente 50 minutos desde su elección hasta su aparición pública en 2005, mientras que el Papa Francisco empleó 1 hora y 16 minutos en 2013 para completar este proceso.

El momento culminante llega cuando el nuevo papa aparece finalmente en el balcón, saluda a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y otorga su primera bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo), iniciando oficialmente su pontificado ante miles de personas presentes y millones más que siguen el acontecimiento a través de medios de comunicación globales.

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